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Lola tiene mucha paciencia
conmigo, pienso al coger la bolsa de patatas del Día; que no se me
olvide un estuche de pimentada. Cada día economizo más tiempo de las
comidas. Casi todo lo que compro es envasado. Dicen que los envasados
en plástico y las conservas en latas tienen productos nocivos para
la salud, pero yo me quito hora y media de trabajo, contando con que
luego no tengo que fregar los platos. Cojo un paquete de dulces
rellenos de chocolate que a Lola le encanta. Claro, ella no tiene
problemas de celulitis porque lo quema todo haciendo pilates,
senderismo y natación. Qué me querrá contar. Qué intriga. Ella
siempre da la impresión de que va a contarte muchas cosas y luego me
quedo diciendo y..., ¿...eso es todo? Me voy que tengo el tiempo
justo. La cajera me pregunta si llevo cupones. No hija, no llevo.
¿Cómo está tu madre? Mi madre murió, guapa. O sea, que está
mejor que yo. Esto lo pienso, no se lo digo. Podría pensar esa
chica, que no sé de qué conoce a mi madre, que me alegra que mi
madre haya muerto, y tampoco es eso.
¡Qué cuerpazo! El vestido
hace mucho desde luego. Viene embutida y con manga sisa. ¡Qué
envidia! Envidia sana, se entiende. Ella entera es así. Buena por
dentro y buena por fuera. Si yo me pusiera ese vestido parecería un
morcón. Cariño, dame un abrazo, dice con sus largos dedos sobre mis
hombros. Tenía que haberme quitado la bata. Bueno, no pasa nada,
ella me conoce y tampoco estoy tan mal para estar en casa. Cuéntame,
anda, me muero de ganas de escucharte. Si no te gusta el café lo
hago nuevo. Lo hago nuevo. A mí no me disgusta el café recalentado.
He conocido a alguien, dice.
Ya estamos, pienso yo con cara de zorra. Mira nos hicimos esta foto
tan propia, me refriega por la cara. Pero yo a lo mío. Me gustaría
bañarme en esta playa junto a las rocas. Es preciosa la foto Lola,
le digo conteniendo la pena.
¡No me digas que no es
guapo! ¿Quién? Pero si es Bruce Willis, grito sorprendida. Y esta
vez va en serio, dice convencida. No tengo palabras, le digo. Y es
verdad, cuando hablamos de hombres, me quedo sin palabras, no sé qué
decir. ¿Qué se dice en estos casos? ¿Pero Lola cuando has tomado
tú en serio a los hombres? No, eso no. ¿Cómo se llama? Oh, me lo
has quitado de la punta de la lengua. Jorge, se llama Jorge y no veas
como besa. Mi respiración va ya desbocada, no puedo, no puedo con
esto.
¿Te ocurre algo amiga?, me
pregunta con cara de preocupación.¿A mí?, nada. Menos mal que no
hemos llegado a hablar de sexo. Mi corazón vuelve a colocarse en
las sesenta pulsaciones. ¿Me has traído los folletos? Si tonta y te
he traído un regalo. Mientras abre el bolso, le echo una mirada de
soslayo a la foto. Es Bruce con unos cuantos pelos más. Esta noche
ponen La
jungla 4 en
la sexta. ¿Te gusta? Me encantan estos folletos, ahí me has dado,
contesto tartamudeando. Estos no los tengo. Digo, la pulsera, dice
ella soltándome un codazo. Oh, me encantan las pulseras. Gracias
Lola. Qué buena eres y, ¿cómo te ha sentado el viaje?, me intereso
con los ojos pegados en la foto del acantilado de Bayona. ¿Te has
hecho algo en la cara? Ya sabes, un limpiador, el tónico y a salir.
Si, yo soy muy sencilla y tú lo sabes. Claro que lo sé. Y entonces,
yo qué soy, me pregunto mirando mi imagen borrosa en el cristal de
la ventana. Yo soy un jeroglífico.
Y ahora, deja que te cuente.
No puedes irte del trabajo. Van a destituir a la directora; van a
poner en su lugar a Javier... El hijo del farmacéutico. Ya lo
sabemos que tiene que ser el hijo de alguien. No vayas a decir nada
que te conozco. Me conoce dice. Yo no iba a decir nada. Bueno, lo de
destituir me suena a saga de reyes. Oye, es un tío genial, ya verás,
y dicen que..., y lo sé por una buena amiga, que va a cambiar todo.
Uf, ¿todo? Vamos que quiere dirigir el centro de verdad pensando en
el bienestar de los residentes. Qué alivio. Estas palabritas de
esperanza que me da Lola me dejan triste, no sé por qué será. El
folleto de las islas Cíes se me cae de las manos y lo miro de lejos.
Qué rompientes tan bonitos, qué rocas. El agua es tan clara que se
ven los pececillos y las algas mecerse suavemente. Ella sigue
hablando de Bruce casi sin mirarme y me levanto y pincho el folleto
con una chincheta en mi panel de los sueños. Me doy cuenta de que la
grabadora se ha apagado. Voy a la cocina. Este hombre me ha cambiado
la vida. Es tan atento, tan cariñoso, dice alzando la voz. Como me
lo va a contar más veces, me centro en poner la batería. Está
Parpadeando el pilotito. No sabes lo que me alegra escuchar eso,
murmuro. Por cierto, tengo que irme, me encantaría quedarme pero, ya
sabes, los hombres son como son. Quiere darme un masaje. ¿Te he
dicho que es dueño de un body gym? Yo no me fiaría de un hombre que
te espera para darte un masaje. ¿Qué dices? No, nada, que parece
ideal. Bueno, lo siento amiga. Mañana no vemos. No quiero hacerle
esperar, ya sabes como son los hombres. Yo sé que mañana no nos
veremos, ni pasado. No nos veremos hasta que se separe de Bruce; se
contentará con contarme su aventura por teléfono, pero le digo que
se cuide. No sé qué decirle que no parezca un boicot a su relación,
a su felicidad. Te quiero guapa. Y quítate esa bata, te hace más
gorda. Me encojo como un cefalópodo y le digo más que tensa. Sabes,
tengo una nueva vecina. Es muy jovencita. Creo que vive sola...,
inútil, ya se ha ido hace rato. Lola mira su reloj. Mañana me lo
cuentas nena y alegra esa cara. En unos días tendrás un nuevo jefe
y se acabarán tus problemas con Ana. La despido en la puerta y le
doy al play de mi grabadora. Escucho. ¡Qué cuerpazo! Y lo dejo
correr mientras recojo las tazas y los dulces. Los dos pastelitos que
faltan me los he comido yo. Los hombres son como son. Ya sabes como
son los hombres..., ¿cómo son los hombres?
Para ella es fácil. Es
lista y la suerte acompaña a las listas. Me tumbo en la cama y miro
el libro “Tierras de penumbra”. Qué triste. La entrevista de
trabajo es el lunes. Espero no ponerme nerviosa. Debo tener
confianza. Saldrá bien. Tendría que haber ido a la peluquería.
Todo este pelo tan largo y soso. Bueno, me pintaré los labios. El
rojo vivo me sienta bien. Demasiado vivo. Tan pálida y con el pelo
recogido parezco una viuda. Qué exagerada.
Una joven viuda suena
mejor. ¿O una viuda joven? Debe ser lo mismo; el orden de los
factores no altera el producto.