15/1/16

El panel de mis sueños XIII

Salí de casa decidida
Perder estrógenos ha desencadenado una serie de catástrofes que abrirán un socavón en mi maltrecha autoestima. No puede ser. No puede ser que te despiertes hijo, tu madre aún no ha llegado. Qué mono es. Tengo que cogerlo. ¿Cómo vamos a seguir llorando los dos? Me voy calmando. Pesa poco y es muy tierno. Cuando lo cojo en brazos, abre la boca como una raja y luego frunce los labios y suelta un sonido gutural. Como  no digo nada, pone rígido el cuello, luego agacha la cabeza y mira hacia arriba. No quiero asustarlo. Vamos a mirar por la ventana. La mami está en camino. Cuando llego a la ventana doy los mismos pasos hacia atrás. Ahora soy yo la que se asusta. Es mi panel, intacto. Respiro aliviada. He alucinado, estoy segura. Lo he visto arrugado, esponjado y sin brillo hace un momento. El patio de vecinos es una colmena. Ventanas de mundos diferentes, de semejante destino, separadas por tabiques de cuatro centímetros.

Tengo que buscar trabajo y lo busco y llego agotada a casa de andar y de hablar. Las empresas de trabajo temporal me remiten a la web, la web me marea con tanto curriculo y tanta publicidad de cursos y hoteles baratos.

Cuando le doy a enviar mi candidatura a una oferta en una isla, me salta una chispa en mi pequeño cerebro. Ya lo tengo, me digo. Si me sale algo en esa isla o en las de al lado, me voy para siempre de este puto lugar. Me sale una vena choni. Los nervios me impiden estar bajo el techo de la casa, cojo la chaqueta de un tirón y salgo.
recuerdos

El aire y el sol me rozan la cara y me llenan de ternura, me hace recordar que una vez hace mucho estuve así, me sentí así de bien, ligera..., y no sé por qué extraña putada del destino me encuentro en este punto de mi vida en el que no soy nadie y no tengo a nadie a quien reprocharselo. Todo esto me lo he hecho yo misma
Continuará.